Entre la cabeza y el corazón

Por Isabel Almau Taboada 

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Diogo es un tipo de esos que se hacen querer. Es de esos que, poco a poco, se van ganando el corazón del aficionado. Es de los que arroja un poco de luz y esperanza a una temporada marcada por la agónica situación del coqueteo del equipo con el descenso.

Diogo es alguien feliz. No solo se ve en la sonrisa que lleva tatuada en la cara, también en su forma de jugar. Es un juego alegre y dinámico, con regate fácil. Aún así, últimamente no le salen bien las cosas.

Querido como pocos por la afición, es la cuarta temporada seguida en la que recala en el cuadro deportivista en calidad de cedido por el Sporting de Lisboa.

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En la primera temporada fue una de las claves para el ascenso del equipo a la Liga BBVA. Jugó 29 partidos en toda la temporada. En la siguiente temporada bajó su participación hasta jugar solamente 14 partidos.

En la temporada anterior llegó como la gran esperanza del deportivismo en el mercado invernal. El 2 de marzo de 2014, en el encuentro contra el Hércules de Alicante, se rompe el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, perdiéndose así el resto de la temporada.

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Desde ese momento empieza una recuperación que terminó ya como jugador del Deportivo de La Coruña. No fue hasta el partido de la Copa del Rey contra el Málaga, 3 de diciembre de 2014, cuando fue convocado por primera vez esta temporada. Tuvo que llegar el partido del 3 de enero contra el Athletic de Bilbao para su primera convocatoria en la Liga BBVA. 

Ahora el debate está entre la afición. Algunos siguen a su cabeza, que les dice que el dinero gastado en el jugador de Amadora podría estar mejor invertido en la renovación de algún jugador de la actual plantilla o, incluso en un nuevo fichaje para la temporada que viene. 

Otros aficionados prefieren seguir a su corazón. Ese sentimiento hacia el portugués que les permite ver más allá de lo monetario y pensar en el plus de magia, sentimiento y lucha que solo puede tener alguien que considera que se encuentra en su propia casa. Pase lo que pase al final de la temporada actual, Diogo Salomao será siempre un dos nosos (uno de los nuestros).

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